¿Qué viene?

Límites

Sean Osmin HAMUD RUIZ

Como una regresión a los 10 años, todo el día y a cada rato, en mi cabeza retumba y retumba este cuestionamiento, ¿por qué?

¿Por qué no sabemos realmente qué pasó en el proceso de detención de Zambada?

¿Por qué nos mantenemos a raya con todo lo que sucede en Venezuela?

¿Por qué no nos escandalizamos cuando escuchamos que cada fin de semana, públicamente, Andrés Manuel le gira instrucciones presísas a Claudia?

¿Por qué asumimos que la sobrerrepresentación en el Congreso está consumada?

¿Por qué Ana Gabriela corre libre y sin tropiezo?

¿Por qué no estamos indignados con la enésima inauguración de Dos Bocas?

¿Por qué los cotidianos homicidios nada perturban?

¿Por qué?

Y campeando en este letargo grupal, sigo sin perder la esperanza. Creo profundamente en las libertades, los derechos y en la búsqueda del bien común.

Creo en la conciencia y su inefable guía, esa vocecita que claridosamente pinta de blanco y negro nuestras opciones, aunque nos hayamos acostumbrado al gris cuando decidimos.

La historia, el hoy y los anhelos tendrían que ser suficiente para llevarnos a buen puerto.

Pero también conservamos una base evolutiva salvaje. Un núcleo cerebral reptiliano que administra los instintos, que nos arroja constantemente a reaccionar a lo más básico, lo elemental.

Es entonces cuando pareciera que lo más importante es si comemos o no en el día que transcurre. Donde conservar nuestra cueva hasta a dentelladas es lo correcto. Es el momento cuando el entorno y lo inmediato es lo más importante. Mañana ya veremos.

Así. puede morir Palestina o colapsar Venezuela. Estados Unidos pudo haber violado la soberanía nacional o el destino de los 43 mantenerse en misterio. Podemos leer la estadística de los homicidios dolosos o saber de la inflación creciente. Y que nada importe lo suficiente. Pareciera que no hemos encontrado dónde la indignación nos hará reacción.

No hemos tocado los LÍMITES.

MICROCUENTO

Es su cumpleaños y vuelvo a la angustia de no saber qué obsequiarle. Es complicada y lo sabe. Ese accesorio no gustó, la bolsa no era del tamaño adecuado, esa casi compra de una blusa se bloqueó con solo una mirada. Decidí con un cordelito anudar un moño y, aunque ya es de ella, volvérselo a entregar.  Le volví a regalar mi corazón.

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