Vivaldi, el perdido
Jaime OBISPO MARTÍNEZ/Periodista
Vivaldi, sin duda alguna, es un músico popular. Sin embargo, su fama estuvo perdida durante dos siglos. Durante más de doscientos años, las obras del cura pelirrojo permanecieron en la oscuridad total. Las partituras de su música se perdieron después de su muerte. Esta triste realidad se debió a que sus creaciones originales fueron adquiridas por un empresario de ópera en la Venecia del siglo XVIII, el conde Giacomo Durazzo, y al morir, pasaron a manos de parientes descuidados.
Estos herederos no mostraron el más mínimo interés en apreciar el tesoro que tenían en sus manos. Cuando el negocio del conde Giacomo se derrumbó, la música de Vivaldi dejó de ser interpretada y, lamentablemente, cayó en el olvido. Así de fácil. Sus contemporáneos más cercanos olvidaron al cura rojo sin el menor remordimiento, tal como a menudo olvidamos a nuestros propios artistas. Esto es algo que ha sucedido y seguirá sucediendo, como todas las cosas.
Sin embargo, la grandeza de Antonio Lucio Vivaldi sobrevivió al paso del tiempo. A principios del siglo pasado, se sabía que había formado parte del periodo barroco de la música clásica, y tal vez los más curiosos sabían que Bach lo admiraba, pero nadie podía interpretar su música, simplemente porque no la conocían. El autor era un fantasma sagrado y sus corcheas un completo misterio.
Fue durante el periodo del nacionalismo fascista en Italia, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, que se decidió rescatar e impulsar el nombre de este genio perdido. Las pistas finalmente llegaron hasta la ciudad de Turín, donde se descubrió el gran tesoro de sus piezas musicales. A partir de ese momento, se inició un periodo de investigación técnico-musical para determinar la autenticidad de las obras.
Es sorprendente, pero no fue sino hasta los años setenta del siglo XX cuando se elaboró el catálogo estándar de las obras de Vivaldi. Incluso en la actualidad, todavía es posible investigar si el catálogo puede ampliarse, estudiando composiciones reportadas como perdidas o determinando si alguna pieza sin identificar en el archivo corresponde a los parámetros de este genio italiano.
Es importante recalcar que el conocimiento profundo sobre la música de Vivaldi apenas tiene una historia de cuarenta años. Fue el musicólogo danés Peter Ryom quien inició la clasificación sistemática de las composiciones de Antonio Vivaldi. Antes de eso, había un completo desorden en este aspecto.
Hasta la fecha, se han clasificado más de 800 piezas musicales, y el catálogo que finalmente fue aceptado a nivel internacional lleva el nombre de su creador (Ryom-Verzeichnis, clasificación Ryom en español). No obstante, este catálogo se considera incompleto, dejando abierta la posibilidad de que se descubran nuevas composiciones de Vivaldi en el futuro.
El redescubrimiento de Antonio Vivaldi es una historia fascinante que destaca la fragilidad y la resiliencia del legado artístico. Durante dos siglos, la música de Vivaldi estuvo perdida en la oscuridad, pero gracias a los esfuerzos realizados durante el siglo pasado, su genio musical ha vuelto a brillar.
La historia de Vivaldi nos enseña la importancia de preservar y valorar el legado artístico, así como la posibilidad de que nuevos descubrimientos nos sorprendan en el futuro. A medida que seguimos explorando y estudiando la obra de este gran músico, nos maravillamos con su talento y nos recordamos la importancia de reconocer y apreciar a los artistas de nuestro tiempo.