“El Güero de Yahualica” que llegó a ser Cardenal

Ese niño, que a los 12 años decidió entrar al Seminario porque le dijeron que se jugaba mucho, jamás imaginó el camino que Dios tenía trazado para él

Cristina Elizabeth Díaz Morales

El pueblo de Yahualica lo vio nacer, fue un niño travieso y a la vez responsable de sus deberes dentro de su familia católica formada por 12 hermanos (de los cuales es el mayor), cuando decidió ingresar al Seminario de Guadalajara, jamás imaginó que llegaría a ser nombrado Cardenal, y que participaría en un par de cónclaves para la elección de Benedicto XVI y Francisco.

Don Juan sigue siendo un hombre recio y diciendo las cosas como las piensa. A unos días de su cumpleaños 90, se ve pleno, tranquilo, sonriente y dispuesto a seguir el camino que Dios le ha marcado; recuerda con alegría, carcajadas y, sobre todo, con una lucidez extraordinaria su vida. 

“NO ERA TAN TARUGO”

P: Hablando de su vida como estudiante, ¿qué recuerdo lo hace sonreír?

R: En momentos decisivos, me acuerdo de mí mismo. En el segundo año del Seminario se comenzaba a latín, y el maestro era el Padre Jesús Becerra, duro como él solo, todos le tenían miedo. Como un mes después de que comenzaran las clases llegó un día, rezó y dijo: “A ver Sandoval, la lección”, y yo dije: “Pues cuál lección, si nunca estudiaba”. Se dirigió hacia mí y me dijo: “Mira, güero de Yahualica, tú nada más viniste a vagar al Seminario; si mañana no me sabes la lección, te mando a tu casa”.

Y pensé:  ah caray, éste sí me va a mandar a mi casa; así que me puse a estudiar. Al día siguiente llegó y me dijo: “Güero de Yahualica, a ver, la lección, y se la di porque la estudié bien, y pensé: qué tal si me agarra de encargo, y volvía a estudiar; durante 15 días estuvo así, llegaba y me decía: “A ver, güero de Yahualica, la lección”, y yo estudie y estudie.

Ese maestro cada mes hacía competencias, éramos 92 muchachos, y nos tenía numerados como serpientes y escaleras. Un día llegó y levanté la mano, y me dijo: “¿Qué quieres, güero de Yahualica?” Y le respondí: “Competir”. “¿Cómo?”, me dijo sorprendido, “¿con quién?”, y le dije: “Con el segundo lugar (risas)” (yo era el ochenta y tantos). Nos puso de pie a los dos; yo le hice tres preguntas que ya tenía bien preparadas, y me las contestó mal; él me hizo otras tres y se las contesté bien, y yo pasé al segundo lugar, y él al ochenta y tantos.

En ese momento se me vino al pensamiento que no estaba yo tan tarugo, que lo que me faltaba era estudiar (risas).

P: Ahora, como adulto, ¿qué lo hace sonreír?

R: A veces me sonrío abiertamente, y a veces me río de la gente que hace cosas simpáticas, pero que no se note para respetar sensibilidades.

Volteando un poco al pasado, ¿qué es lo que le gusta recordar?

R: Muchas cosas, cada etapa la recuerdo con pelos y señales, por ejemplo, de mi niñez, el tiempo de lluvias, que para mí era duro; en vacaciones eran dos meses de mucho trabajo. Un día estuve en peligro de muerte. Andando sembrando, sin huaraches, me picó un alacrán. Me fui a la casa como pude. Cuando llegué, ya veía todo nublado, empecé a sentir una madeja de cabellos en la garganta, feo, feo; las vecinas comenzaron a rezar, a prender veladoras, a darme frijoles crudos, leche, y un cántaro caliente para respirar. Así pasé toda la noche, y al día siguiente me empecé a sentir mejor y me alivié.

Cuidar los animales también es otro grato recuerdo. Por eso me gusta observar el cielo, ver si va hacer frío, si va hacer calor, si va a llover o no.

“SI A ALGUIEN OFENDÍ, PIDO PERDÓN”

P: Usted ha sido un hombre polémico, por decir de manera directa las cosas, ¿se arrepiente de haber hecho alguna declaración?

R: No. Lo dicho, dicho está, y no me arrepiento de haber dicho la verdad; es la obligación de un hombre y de un Sacerdote, decir la verdad y llamar a los demás al orden, a la moral, a la rectitud, es una obligación y no me arrepiento.

P: ¿Don Juan pide perdón?

R: Si a alguien ofendí, claro que sí pido perdón y de corazón. También te puedo decir con sinceridad que no guardo rencor para nadie; he perdonado a los que me han hecho daño, a los que me han calumniado y pido a Dios que los bendiga.

DEL NIÑO JUAN A DON JUAN

P: Hay muchas cosas que de acuerdo a la etapa de la vida se van disfrutando de manera diferente, los amigos, los viajes, una buena plática, incluso los silencios. Usted ¿qué disfruta más de la vida?

R: A mí me gusta mucho leer, he leído toda la vida y sigo leyendo, me gusta mucho ir a la capilla y estar un rato ahí a solas con el Señor, celebrar la santa Misa, predicar la Palabra de Dios. Disfruté y practiqué mucho deporte hasta que pude, los paseos con los seminaristas. Los tiempos más felices de mi vida sacerdotal fueron cuando estuve en el Seminario como profesor y formador.

P: ¿Usted cree que el niño Juan se siente orgulloso del Don Juan que es ahora?

R: El niño Juan nunca pensó a donde iba llegar, nunca lo imaginó. En el pueblo había dos Padres que eran los personajes del pueblo, y cuando me vine al Seminario quería ser como ellos, pero nunca me imaginé lo que sería. Pero yo creo que sí está orgulloso.

P: ¿Cuál es su pastel favorito?

R: Yo no soy pastelero, ni dulcero; a mí me gustan las nueces, los pistaches, los cacahuates, las semillas, las frutas, pero no panero ni pastelero.

¿Cuál es su platillo favorito?

R: Lo que comí de chico, frijolitos con queso, con su chile “Yahualica”, leche, cosas sencillas, fruta, café, huevo y semillas.

FAVORECIÓ LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN PARA LA PASTORAL

P: Hablando de su trabajo pastoral, ¿cuáles han sido sus mayores satisfacciones?

R: Seguir la organización de la diócesis que se tenía desde el Concilio Vaticano II, organizar la diócesis debidamente, vicarias pastorales, decanatos, parroquias, atender a los Sacerdotes lo mejor que podía y hacer algunas obras que juzgue importantes para la diócesis: el Albergue Trinitario, para sacerdotes que quedan solos; me interesó mucho favorecer los medios de comunicación, fundar Semanario Arquidiocesano, mandé Sacerdotes a estudiar comunicación a Roma, hacer la sede del Centro Católico de Comunicaciones, y una obra muy importante como es el Santuario de los Mártires para honrarlos; favorecí que viniera Radio María y María Visión. Son obras que recuerdo con satisfacción porque todavía perduran.

P: Estamos viviendo tiempos complicados, cambios generacionales. Como Arzobispo emérito, como Sacerdote, con la sabiduría que ha adquirido a paso de los años, ¿qué consejo daría a las personas que van a leer esta entrevista?

R: Estamos viviendo tiempos muy difíciles, no solo por la violencia y la droga, estamos viviendo tiempos muy difíciles en la ideología, los enemigos de la Iglesia que trabajan mucho han logrado meter ideas muy perniciosas a las personas; mi consejo sería decirles a los padres de familia que cuiden a sus hijos, que les transmitan sus valores, que no los descuiden, que les hablen de Dios, que no los dejen crecer como paganos.

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