Genio y Figura
Francisco BUENROSTRO
No soy yo, eres tú
“Otrora compañero, cómplice, socio, te digo hoy adiós… no soy yo, eres tú, tú quién, lejos de ayudarme a ser mejor, manchó la imagen que tenía, quizás extremadamente conservadora, tal vez intolerante, hasta un poco hipócrita, lo admito, pero una imagen al fin y al cabo”.
“No me queda más que aceptar que lo nuestro fue un error, posiblemente obligado por las circunstancias, pero un error, al fin y al cabo, en el que fue más lo que perdimos que lo que ganamos, sobre todo yo, ya que los desaciertos de tu proceder me pasaron, inevitablemente, factura”.
“Espero que no me hagas un drama, ni te sientas sorprendido, porque bien que una parte de ti ya estaba en otro lugar, incluso en otra piel, mucho más morena… Y no es que la califiqué de infidelidad, porque cierto estaba de que no te hallabas completo cuando me uní a ti, sino abstraído de tu esencia, aunque manteniendo tu nombre y apellido”.
“En nuestra relación se perdieron muchas cosas, empezando por nosotros mismos, por nuestros valores, tanto así que arrastramos en esta vorágine que buscaba aceptación y popularidad a un tercero que pasó de ser un sol a tan sólo un recuerdo, que fue quien más perdió en nuestro ‘ménage à trois’”.
“Siendo sincero, tengo que confesarte que, aunque estoy haciendo esto por recuperar mi independencia, no pierdo la esperanza de encontrar mi media naranja, que me complemente, que me ayude a retomar el rumbo, a ser lo que un día fui y que en el camino perdí”.
“Aunque sé que es el despecho el que te lleva a revivir mi pasado violento, mis malas decisiones y hasta mi conducto indigna de quien asegura es un ejemplo a seguir; sé que mi sangre seguirá siendo azul, que esa no cambia, que ya he tenido que remar contra corriente, estando arriba y abajo, pero nunca fuera de la jugada”.
“De una cosa estoy convencido, de que nos volveremos a encontrar, al paso del tiempo, tal vez con otro nombre y otro cuerpo, pero nos encontraremos y al recordar por las que hemos pasado, seguramente, volveremos a reír y a llorar, porque la vida da muchas vueltas, igual que una tómbola”.
“No te guardo rencor, pero tampoco cariño, lo nuestro término”.
