Internacional

Llegan cardenales a Roma para Cónclave

Europa tiene ventaja con más electores

Para conseguir el puesto, el nuevo Papa necesitará dos terceras partes de los votos; es decir, 89 boletas

Un total de 133 cardenales de todo el mundo se dan cita en la Basílica de San Pedro, donde se aislarán del mundo para elegir al próximo líder de la Iglesia Católica

Redacción – Dimensión

A un día de que comience el Cónclave, proceso por el cual se elegirá al nuevo Papa tras la muerte de Francisco, los 133 cardenales del Colegio Cardenalicio llegaron a Roma con la encomienda de encontrar un nuevo líder para la Iglesia Católica. Si bien este será la reunión más universal de la historia, pues contará con la representación de 71 países, Europa tiene ventaja con 52 electores.

Por país, Italia y Estados Unidos tienen mayoría, con 17 y 10, respectivamente. Enseguida está Brasil, con siete, así como Francia y España con cinco cada uno. Por México participan el arzobispo primado Carlos Aguiar Retes, y Francisco Robles Ortega, el cardenal de Guadalajara.

El Cónclave iniciará con la misa “por la elección del Romano Pontífice”, que será pública la mañana del 7 de mayo en la Basílica de San Pedro. Luego, los cardenales serán llevados a la Capilla Sixtina, donde formalmente dará inicio el proceso de elección.

Para garantizar la confidencialidad del mecanismo se implementan estrictas medidas de seguridad: bloqueo de comunicaciones y la revisión del lugar en búsqueda de dispositivos de espionaje. Tampoco se les permite consultar internet, televisión, radio o periódicos.

Una vez en la Capilla Sixtina, los electores juran mantener la confidencialidad de lo que ocurra en el Cónclave. Cada uno escribe el nombre de su candidato en una boleta, la dobla y la coloca en una urna. Usualmente, esta votación inicial no define al nuevo Papa, sino que identifica a los posibles sucesores más fuertes. Tras cada votación se queman las papeletas con químicos especiales para darle un color negro, en caso de que no se haya tomado una decisión, y en color blanco para anunciar la elección del líder de la Iglesia Católica.

El nuevo Papa necesitará dos terceras partes de los votos; es decir, 89 boletas. Se pueden realizar hasta cuatro votaciones por día, hasta que se logre un consenso. Si ocurre, el elegido aceptará el cargo y escogerá el nombre con el que será conocido durante su Pontificado.

Frente a la multitud congregada en la explanada de la Basílica de San Pedro, el nuevo Papa será anunciado con la tradicional frase: “Annuntio vobis gaudium magnum: ¡Habemus Papam!”, que significa: “Les anuncio con gran alegría: ¡Tenemos Papa!”.

Los últimos dos Cónclaves, realizados en 2005 y 2013, concluyeron al final del segundo día de votaciones.

Para el padre Antonio Larios, miembro de la Comisión de la Pastoral de Educación y Cultura de la Arquidiócesis de Guadalajara, cada Papa ha llegado en el momento adecuado. “Cada siglo y cada época tuvo un Papado que le hizo mucho bien, cada uno con su individualidad, su ser único e irrepetible”.

LOS CARDENALES SE AÍSLAN DEL MUNDO PARA ELEGIR A UN NUEVO PONTÍFICE

Recluidos, sin acceso a información del mundo exterior y con estrictas medidas de seguridad es como se lleva a cabo el cónclave para elegir al nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, en donde los cardenales electores, que en esta ocasión serán 133, se reúnen en el interior la Capilla Sixtina para votar por el nuevo Patriarca romano.

Se llama al Cónclave luego de celebrar el novenario de misas transcurridos tras la muerte del Papa, con el fin de permitir que los cardenales que pueden votar lleguen a la Ciudad del Vaticano en ese periodo de tiempo. Sin embargo, si todos están presentes y así lo deciden, el proceso puede adelantarse.

Una vez han transcurrido las ceremonias fúnebres del Pontífice fallecido, los cardenales electores son llevados a la Capilla Sixtina donde rinden juramento de mantener la confidencialidad del proceso con la frase “Y yo, (nombre) cardenal (apellido), prometo, me comprometo y juro que Dios y estos Santos Evangelios que toco con mi mano me ayuden”.

Posteriormente, a todas las personas que no pueden votar se les ordena a salir del recinto, aunque pueden permanecer personal de limpieza y protección civil, sacerdotes para confesar a los cardenales y guardias suizos, quienes también deben jurar mantener el secreto.

El proceso de votación se lleva a cabo en sesiones matutinas y vespertinas, que pueden ser hasta cuatro en un mismo día.

Nueve cardenales son designados de manera aleatoria para desempañar diferentes cargos: tres escrutadores, quienes supervisan la votación, tres infirmarii, también conocidos como enfermeros o colaboradores que recogen las boletas de los cardenales enfermos que no pueden estar presentes en la Capilla Sixtina, y tres auditores que verifican los resultados.

Así, para dar inicio a la votación, los cardenales caminan hasta los escrutadores, que están sentados frente a tres urnas, y depositan su papeleta en una de ellas con el nombre de su candidato. Todos repiten el proceso.

El primer escrutador despliega la papeleta, anota el nombre y la pasa al segundo. Éste, a su vez, registra el nombre y lo pasa el tercero, quien lo lee en voz alta para todos los cardenales. El último también se encarga de atar todas las papeletas con un hilo para posteriormente quemarlas.

Si en cuatro días no se logra un consenso, se llama a un periodo de reflexión, oración y discusión informal. El Cónclave será retomado un día después y se llevarán a cabo siete rondas más. Si la falta de acuerdo persiste, los cardenales pueden elegir entre los dos candidatos con más votos y ahora sólo se requerirá mayoría absoluta, en lugar de las dos terceras partes del fórum.

Tras los procesos de votación en los que no se ha elegido a un nuevo Papa, las boletas son quemadas con un compuesto químico de perclorato de potasio, antraceno y azufre para hacer que el humo sea negro.

Cuando se logra un consenso, se anuncia al mundo la elección del Sumo Pontífice con una mezcla de clorato de potasio, lactosa y resina de conífera para el humo blanco.

Finalmente, el decano del Colegio Cardenalicio pregunta al elegido si acepta el nuevo cargo y el nombre por el que será conocido de ahora en adelante. Éste acepta y se cambia a las vestiduras papales.

Con ellas sale al balón que da a la Basílica de San Pedro, donde es reconocido por el mundo como el nuevo líder de la Iglesia Católica.

ENTRE EL PROGRESISMO DE FRANCISCO O LA VUELTA A LA TRADICIÓN

Al tratarse de una elección secreta y sumamente hermética, el resultado del cónclave suele ser una sorpresa, pues los que entran como “papables” salen como cardenales, y viceversa.

Así ocurrió en 1978 con Karol Wojtyla, quien no sonaba entre los sucesores de Juan Pablo I pero que, tras dos días de votaciones, fue elegido Sumo Pontífice y adoptó el nombre de Juan Pablo II.

En esta ocasión, analistas, medios de comunicación y casas de apuestas han aventurado al menos cinco nombres para suceder a Francisco, todos con pensamientos distintos, pero que se debaten entre dos vertientes: continuidad del progresismo de Bergoglio o regreso a la tradición después de un papado de mayor apertura a todos los sectores de la población.

Uno de ellos es Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano. Cardenal de 70 años, se le considera una figura influyente en la Curia Romana, así como un perfil moderado y de equilibrio, capaz de lidiar con tensiones internacionales y al interior de la Iglesia Católica, aunque es considerado uno de los candidatos conservadores.

Luis Antonio Tagle, de 67 años y Arzobispo emérito de Manila y prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, es otro de las opciones para suceder a Francisco.

Con un enfoque centrado en la misericordia, inclusión y justicia social, es considerado un candidato reformista y cercano a Bergoglio, por lo que su pontificado podría significar una continuidad del trabajo del argentino.

Otro de los nombres papables es el cardenal Peter Turkson, una de las figuras más influyentes de la Iglesia Africana, con destacada trayectoria en justicia social y medio ambiente. Incluso, en el cónclave de 2013, cuando Francisco fue elegido Papa, el africano sonaba para reemplazar a Benedicto XVI. Este año podría convertirse en el primer Sumo Pontífice de raza negra.

Jean-Claude Hollerich, jesuita de Luxemburgo, es también cercano a la ideología de Francisco, sobre todo en temas de inclusión de la comunidad LGBTQ+ en la Iglesia, aunque se espera que enfrente resistencias de los sectores más conservadores dentro del Colegio Cardenalicio en este cónclave.

Por último, el cardenal Péter Erdö es considerado una figura moderada que representa al catolicismo europeo. De resultar electo, el originario de Hungría podría ser un Papa que busque equilibrios entre todos los sectores de la Iglesia.

EN CIFRAS

252 cardenales hay en todo el mundo.

133 son electores del próximo Papa.

52 tienen origen europeo.

4 de América Central.

16 de América del Norte.

17 de América del Sur.

23 de Asia.

17 de África.

4 de Oceanía.

EL CÓNCLAVE MÁS LARGO DE LA HISTORIA DURÓ TRES AÑOS

Aunque el Cónclave no tiene un periodo de tiempo establecido, la votación de un nuevo Papa suele durar algunos días en promedio, sin embargo, a lo largo de la historia han existido procesos de elección que se han extendió dos años y nueve meses, mientras que ha habido otros en los que, luego de varias horas, los cardenales electores alcanzan un consenso para nombrar al nuevo líder de la Iglesia Católica.

El Cónclave más largo de la historia data de noviembre de 1268 a septiembre de 1271, cuando se nombró a Gregorio X, uno de los Papas más influyentes en la historia, pues durante su pontificado se establecieron las reglas y la necesidad del aislamiento de los cardenales electores en la votación del nuevo sucesor de San Pedro.

Tras la muerte de Clemente IV en la ciudad de Viterbo, una pequeña localidad en las afueras de Roma, en 1268, los cardenales se reunieron en ésta para elegir a su sucesor.

En ese entonces no existía el cónclave, pues los purpurados podían salir del recinto donde se llevaba a cabo la votación, pero también eran objeto de presiones externas.

En estas condiciones, luego de más de un año sin Papa, las autoridades civiles de Viterbo tomaron la decisión de encerrar a los cardenales bajo llave en el recinto, limitar su comida y retirar el techo del lugar para forzarlos a tomar una decisión. Sin embargo, aún en estas condiciones, la elección se postergaría un año más, hasta 1271.

El elegido fue Teobaldo Visconti, quien no era cardenal ni sacerdote, pero sirvió para llegar a un acuerdo entre las facciones que formaron los prelados tras la muerte de Clemente IV. Visconti tomó el nombre de Gregorio X, quien instauró las reglas básicas de lo que hoy es el Cónclave en el Concilio de Lyon de 1274.

Por otro lado, la elección del Papa Julio II ostenta el récord de la más rápida en la historia de la Iglesia Católica. Tras la muerte de Pío III, cuyo pontificado fue de apenas 26 días, el cardenal Giulano della Rovere, un personaje influyente de la época, fue nombrado luego de 10 horas ante la necesidad de fortalecer el poder de la Iglesia en Europa.

Además de su manejo de crisis internas, sobre todo con la familia Borgia, Julio II también es recordado por entregar el patronato de las iglesias del continente americano a los reyes católicos Isabel y Fernando, así como por fundar tres diócesis en lo que entonces era conocido como el Nuevo Mundo.

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