Nudo gordiano

La Grieta Inamovible: Milei y la polarización

Yuriria SIERRA

La política argentina ha sido históricamente un tablero de ajedrez donde las piezas parecen moverse más por choques ideológicos que por estrategias de desarrollo nacional. La “grieta”, esa división casi tectónica que separa a la sociedad argentina, no sólo persiste, sino que amenaza con ensancharse bajo la administración de Javier Milei, quien ascendió al poder prometiendo un cambio radical hacia la libertad económica y una ruptura con el pasado populista.

La Paradoja de la Libertad. Milei, un personaje que ha sabido captar la atención tanto dentro como fuera de Argentina, proclama la “libertad” como estandarte, pero sus acciones y decisiones recientes parecen contradecir su propio mantra. Un ejemplo claro es la polémica prohibición del lenguaje incluyente en ámbitos educativos y oficiales, una medida que, lejos de abordar problemas económicos o sociales urgentes, se sumerge en la cultura de la cancelación que tanto critica. Este tipo de acciones no sólo desvía la atención de temas prioritarios, sino que, además, polariza aún más a una sociedad ya dividida, contrariando la libertad de expresión que dice defender.

Un Liderazgo Nómada. Más allá de sus políticas internas, la gestión de Milei se caracteriza por su constante presencia en el escenario internacional. Desde su participación en el Foro Económico Mundial, en Davos, donde clamó por la libertad frente a líderes mundiales, hasta su reciente encuentro con Donald Trump, Milei parece más enfocado en fortalecer su imagen global que en atender las urgencias de su país. Esta “diplomacia de celebridades” levanta cuestionamientos sobre sus prioridades, especialmente cuando Argentina enfrenta desafíos económicos y sociales de gran magnitud.

La Visita a México: Una Prueba de Fuego. La anunciada visita de Milei a México se perfila como un próximo episodio en su agenda internacional. Este encuentro no sólo será crucial para las relaciones bilaterales entre Argentina y México, sino también para la imagen de Milei ante una audiencia latinoamericana más amplia. La pregunta es si aprovechará esta oportunidad para presentar propuestas concretas y constructivas que trasciendan la retórica o si, por el contrario, se sumergirá en polémicas que amplifiquen la grieta en su propio país.

La grieta en Argentina, lejos de cerrarse, parece profundizarse bajo el liderazgo de Javier Milei. Decenas de miles de argentinos y argentinas toman las calles de sus ciudades más pobladas. Su enfoque en la polarización cultural, su activismo internacional por encima de la gestión interna, su “plan de choque” en el Legislativo, así como su interpretación selectiva de la libertad, no hacen sino exacerbar la división en una sociedad que clama por soluciones reales a sus problemas estructurales. La verdadera libertad, aquella que promueve el diálogo, la inclusión y el desarrollo, parece quedar relegada en un escenario político más interesado en el espectáculo que en la sustancia. La política argentina necesita trascender la grieta, pero, para ello, sus líderes deben, primero, comprometerse con la coherencia, la inclusión y, sobre todo, con la responsabilidad de gobernar para todos.

Los populismos de izquierda y de derecha son la serpiente que se muerde la cola. Ojalá dejemos de confrontar a nuestras sociedades porque Argentina nos los muestra: desde Perón hasta hoy no han logrado resolver la llamada “grieta” y, todo lo contrario, no han hecho sino profundizarla cada día más. Al grado de socavón.

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