El misterio del Puente Zaragoza

Rafael Cruz | www.rafaelcruz.com.mx

El Puente Zaragoza, ubicado en Calle 5 de Mayo, en el corazón de la Ciudad de Colima, es un monumento arquitectónico construido en 1876 por el ilustre artista y político Lucio Uribe, pocas veces nombrado, pero a quien se le recuerda como un genio, que desde temprana edad dejó plasmadas grandes obras vigentes hoy en día en nuestro estado.

Estuve días soñando este puente y tratando de descubrir aquel mensaje onírico, cuando me encontré con un capítulo increíble en la historia de este bello rincón del Occidente de México, que a continuación les presento. Una mañana, al pasar por el lugar, me di cuenta de algo que llamó mi atención, y es que, esta edificación histórica cuenta en ambas aceras, con azulejos de talavera de mosaico pintados a mano, pero curiosamente sólo uno, presenta un diseño distinto a los demás. ¿Error, casualidad, o su autor nos esté diciendo algo?

Este detalle me hizo indagar en un par de ocasiones en el acervo del Archivo Histórico del Municipio de Colima y encontré cosas interesantes. Al profundizar en la bibliografía sobre este prodigioso Maestro constructor, me di cuenta que, como artista era muy detallista e ingenioso, y efectivamente le gustaba dejar en sus obras, algún tipo de misterio, símbolo o mensaje oculto para la posteridad. A través de los años, el tema de sus “tesoros” fue muy controversial.

Leí en algunas fuentes que Lucio Uribe Flores nació un 6 de diciembre en Ciudad Guzmán, Jalisco en 1840 y murió en el año 1892 ahí mismo, otras fuentes mencionan que nació y murió aquí en Colima, recientes investigaciones sugieren que pudo ser originario de Cocula, Jalisco. Lo cierto es que, hasta ese momento, no se cuenta con un documento que dé certeza de su lugar de origen, fecha de nacimiento y defunción, no hay fotos de él, mucho menos se sabe dónde quedó su tumba.

Lo que sí se sabe es que fue un gran Ingeniero y Arquitecto (Sin título) pero con un gran espíritu artístico y de Maestro de obra, o Alarife. Fue aprendiz de Antonio Alderete, Maestro Mayor de la construcción en la Ciudad de Colima. Se piensa que, de muy joven estuvo en Europa dibujando y re diseñando ideas que después trajo a Colima. Revolucionó la arquitectura al definir las bases del Neogótico Tropical, corriente arquitectónica única en el mundo e icónica de nuestro estado. Algunos historiadores lo catalogan como el Miguel Ángel de Colima.

Este joven, pero experimentado artista realizó también el Portal Medellín (1860) cuando apenas tenía 20 años de edad, el Templo de Nuestra Sra. De La Salud (1870-1872), el Teatro Hidalgo o Teatro Santa Cruz (1871), el Puente de San Cayetano (1875), Palacio de Gobierno (1877), el Puente del Río Naranjo (1884), y la Catedral de Colima (1894), entre otros monumentos y casonas colimenses de finales del siglo XIX, como la tumba del Gral. Manuel Álvarez, que hoy son parte del Patrimonio Cultural de Colima, resguardados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Sobre los “tesoros” en la obra de Lucio Uribe, encontré algunos antecedentes. En la inauguración de Palacio de Gobierno, hubo una ceremonia de colocación de la primera piedra donde se dice que Lucio Uribe ocultó en algún lugar, una especie de cápsula del tiempo, que contiene monedas de oro y plata, fotos, periódicos, entre otros objetos de aquellos años.

Otro dato interesante es que, cuando Uribe erigió el Portal Medellín, dejó incrustados en la cantera de la entrada de uno de los locales, un tronco del antiguo Portal Barajas. Este hallazgo fue realizado en 2017, y publicado por Francisco Anzar Ruiz en el portal Colima de Ayer.

Lo interesante es que el Puente Zaragoza tampoco fue la excepción. Se dice que, en la ceremonia de inauguración, en medio de cohetes y música, pero muy discretamente, el constructor acompañado por varias personas del pueblo, depositaron una “ofrenda” para las aguas, en algún lugar del puente, el cual contiene monedas de distintas denominaciones, una pieza de cerámica de reciente manufactura colimense, documentos oficiales, fotografías y textos diversos. Se especula que fue depositada en uno de los cimientos. Años después se le conoció como ‘El tesoro del Puente Quebrado’ y su verdadera ubicación se perdió con el paso del tiempo. El objetivo de aquellas personas fue dejar una serie de testimonios que relataran la vida de aquella sociedad del llamado Siglo de las Luces.

Gracias a un sondeo con vecinos de la zona Centro, es que conocí que el Puente Zaragoza también está lleno de leyendas de fantasmas; como el que todavía se escucha el tranvía y carretas pasar, un señor que se veo en uno de los miradores a altas horas de la madrugada, una sombra que anda en todo puente como cuidando algo, así como avistamientos de luces entre las ramas de los árboles viejos, bolas de fuego en el río, y el bullicio de niños riendo que juegan abajo del viaducto.

Hay quienes afirman que lo del “tesoro” es sólo un mito, pero hay quienes afirman que la información está basada en testigos del evento. Aunque se sabe con el paso del tiempo, que el Alarife de Colima era propio de sembrar este tipo de misterios en sus obras. Aquí expongo los distintos puntos de vista, al final, usted tiene la última palabra.

Indagando un poco más sobre el tema de los “tesoros” en construcciones antiguas de Colima, tuve una agradable charla con el reconocido historiador, cronista y cartógrafo Jaime Pizano Alcaraz, quien me comentó que, como Director de Obras Públicas Municipales de Colima, a mediados de los años 60s, le tocó participar en la demolición del ‘Puente de Las Niñas’ que databa de 1845, el cual tenía también muchas leyendas. Esta antigua construcción se localizaba sobre calle Venustiano Carranza, entre las Avenidas Tecnológico y Felipe Sevilla Del Río. Se rumoraba que en aquel puente había huecos donde en el pasado se enterraban niñas vivas, porque había la creencia que así las construcciones aguantarían más los embates de la naturaleza. Cuando aquel día llegó, y las máquinas no dejaron piedra sobre piedra, se dieron cuenta que no había tales cadáveres ni material de interés arqueológico. Explica que se le decía “De las niñas” porque en la inauguración, quienes cortaron el listón era unas niñas, y ellas fueron las primeras que pasaron por aquella obra, aunque no descarta que alguna construcción antigua sí pudiera contener reliquias ocultas.

“El Puente Zaragoza, también conocido como el ‘Puente Nuevo’ y el ‘Puente Quebrado’, tiene 42 metros de largo por 11 de ancho. Originalmente el terraplén estaba empedrado. Está formado por arcos construidos de ladrillo recocido y aplanados. Los apoyos centrales están hechos, en su mayor parte de piedra baza mamposteada y rajueleada. Por el lado norte, en el sentido de la corriente, estos apoyos terminan en arista para conducir el paso de las aguas, mientras que las quillas son revestidas de cantera rosa labrada. Las salientes de los contrafuertes se proyectan verticalmente para prolongarse como miradores de planta radical, que continúan la banca y el pasamanos perimetral del puente. Son fabricados de tabique y tanto el asiento como el pasamanos, están terminados en cantera labrada, mientras que el respaldo es recubierto de azulejo pintado a mano (Aproximadamente 3 mil piezas)”. Esta descripción la tomé del libro ‘Lucio Uribe, el Alarife de Colima’ escrito por Roberto Huerta Sanmiguel, y publicado por la Universidad de Colima y el H. Ayuntamiento de Colima, en 1990.

Sobre el origen de los mosaicos del puente, Jaime Pizano menciona que pudieron haber llegado de Tlaquepaque, Jalisco, y que habrían sido colocados por el Maestro de obra Antonio Alfaro León, en la administración del Presidente Municipal, Ingeniero y Arquitecto Antonio Ramos Salido, entre los años 1959 y 1961. Entre otros datos interesantes de la transformación de Colima, a través de obras.

La gente había bautizado a este fracaso permanente como ‘El Puente Quebrado’ hasta que Lucio Uribe construyó una obra que permanece hasta nuestros días. Tardaban más en construir un puente que en ser nuevamente arrastrado por las fuertes crecidas del Río Colima. El problema radica que está ubicado justo donde el cauce cambia de dirección al oeste, causando además una enorme presión y acumulación de lodo, piedras, ramas y todo lo que arrastra el agua.

Para ese entonces, Uribe, aunque era muy joven, ya gozaba de fama como buen constructor, trabajando en obras de gran importancia para Colima, cuando se le encomendó esta misión de grandes retos arquitectónicos.

Para esta investigación, también consulté el libro ‘Análisis histórico-arquitectónico de los puentes Viejo y Zaragoza’, publicado por el Instituto Tecnológico de Colima en 2003, y escrito por la Arquitecta Gloria Judith Sandoval Galvés.

El proyecto del Puente Zaragoza presentó varias dificultades técnicas y financieras de principio a fin. Incluso, la construcción se detuvo en varias ocasiones porque el Estado se declaraba en quiebra, por lo que la misma población cooperó y organizó eventos para recaudar fondos. Tanto artistas locales como los que pasaban por Colima, presentaban ahí su espectáculo, así con la ayuda de circos, maromeros, titiriteros, músicos, pintores, poetas y pastorelas, logran reunir el dinero suficiente para terminar la obra.

Finalmente, el 16 de julio de 1876, desde muy temprano, una banda de música convocaba a la población desde una enramada en el puente. Para contextualizar aquella postal, cabe mencionar que el Río Colima era profundo y de aguas cristalinas, tenía playas muy amplias con palmeras, donde se sembraba arroz, entre otros cultivos y flores. Años más tarde, en la Revolución Mexicana, el puente tenía cañones instalados en los miradores. Así como postes de línea de telégrafo.

A las 10 de la mañana en punto, se llevó acabo el acto solemne inaugural al cual asistió el Gobernador del Estado, Filomeno Bravo, vestido de impecable levita y sombrero de copa. Lo acompañaban los padrinos de inauguración, Adolfo Kebe, Cristian Flor, Antonio Orozco, Isidro Barreto y Miguel Bazán. El Gobernador entregó al Alarife una banda tricolor con el lema ‘Premio al Trabajo’, un ramo de flores, un Diploma por Mención Honorífica y 100 pesos de oro.

Lucio Uribe ocupó la tribuna y con palabras muy sentidas, dio gracias “A las personas que habían protegido sus trabajos. Por la unión y fraternidad entre los colimenses, haciéndose votos sinceros, por el engrandecimiento del Estado, por la conservación de la paz. Y por el aumento de las obras materiales, que son el termómetro de la civilización y el progreso”.

La celebración duró todo el día y parte de la noche. Así, el hechizo del ‘Puente Quebrado’ había concluido.

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