Purcell, Cold Song

Jaime OBISPO MARTÍNEZ/Periodista

Cualquiera que se precie de ser un auténtico colimense sin duda tendrá al invierno como la época más feliz de todo el año. El clima invernal de Colima es lo más parecido al paraíso, siempre y cuando el termómetro marque de 24 grados para abajo, pero sin llegar a los 13 grados, pues podríamos, no lo quiera dios, morir de frío. Este clima, sin embargo, provoca en las zonas septentrionales de México, así como en las superficies polares del planeta, un fenómeno psicológico al que han bautizado como “blanca depresión”.

En la semi ópera “Arthur King” de Henry Purcell, que consolidó su genialidad en la música barroca, existe un pasaje conocido como “La escena helada”, donde el dios del amor, Cupido, convoca al “Genio del frío” en un paraje nevado y sombrío. Aunque a primera vista esta parte no parece particularmente triste dentro del contexto de dicha semi ópera, es en su análisis donde emergen matices más profundos, como veremos a continuación.

El argumento de la “escena helada”, en un resumen muy apurado, trata de dos seres sobrenaturales que interactúan para demostrar que, aunque la naturaleza fría puede ser implacable, el ser humano, al poseer el amor (Cupido), tiene la capacidad de contrarrestar y superar las fuerzas paralizantes del frío (revivir a un Genio helado), lo cual es finalmente una demostración de optimismo, a pesar de que el tono musical y la letra es deprimente.

Lo que realmente se destaca en este pasaje es la forma extremadamente dramática en que se presenta al pobre Genio del frío. La atmósfera comienza en un tono grave y creciente, con lentos violines protagonistas que imitan los movimientos entumecidos de aquellos que tiemblan involuntariamente por el congelamiento. Del mismo modo, el Genio del frío, recién despertado, inicia su breve y melancólico monólogo con una voz temblorosa. Apenas logra pronunciar sílaba por sílaba seis líneas argumentales en las que lamenta su suerte y finalmente suplica con desesperación volver a congelarse hasta la muerte.

Este patético sufrimiento sirve para contrastar el ánimo cálido y alegre de Cupido. En la siguiente melodía, el Genio helado se presenta de manera más templada, pero para los fines de este artículo, ese detalle no es relevante.

Este muy pequeño fragmento de la semi ópera de Purcell (La escena helada) ha perdurado más allá de la obra completa, pues ha sido interpretado por numerosos artistas atraídos por la intensidad del drama angustiante que transmite. Así, ha encontrado uso como un poderoso acompañamiento en secuencias tristes de varias películas. Una de las interpretaciones más memorables fue editada para la escena de la muerte de Molière en la película de la directora francesa Ariane Mnouchkine. A lo largo de casi cinco minutos, sin apenas diálogos, una serie de tomas cinematográficas capturan el ataque de frío y tuberculosis del dramaturgo, las carreras histéricas de sus compañeros, los esputos sanguinolentos, los recuerdos agonizantes y la nieve.

En fin, la semi ópera de Purcell nos permite explorar no solo la interacción entre los seres divinos del amor y el frío, sino también cómo la música puede evocar emociones profundas y ser utilizada como un poderoso refuerzo en el arte cinematográfico. La escena helada, con su dramatismo y contrastes, se mantiene como un ejemplo del impacto emocional que la música barroca puede tener en nuestras vidas y en nuestra apreciación del arte en todas sus formas.

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