Compartiendo diálogos conmigo mismo

Tener el valor

(El valor, como la perseverancia en la valentía, conquista todas las hazañas y reconquistan todas las cosas, por muy grandes que sean los obstáculos situados en el camino)

Víctor CORCOBA HERRERO

corcoba@telefonica.net

I.- DE CONTEMPLARNOS EN EL SER

Y DE VER NUESTRAS PROPIAS TINIEBLAS

Salgamos de nuestras tinieblas interiores,

brotemos tras la noche con la madrugada,

diseñemos con el romper del día el salto,

que va de los desenfrenos de aquí abajo,

al retorno galáctico de coexistir en la luz.

No me gustan los ojos que anidan vicios,

que te derrumban y te impiden levantar,

que te destruyen hasta talarte el interior,

volverte piedra y envolverte de pedrusco,

tornarte glacial y retornarte hipnotizado.

Toda caída terrenal nos ciega por dentro, 

es menester resurgir y renacer a diario, 

revestirse de servicio y vestirse de manso,

cultivar el verso y cautivarse de vuelos,

antes de que nos confundan los tormentos.

II.- DE MIRARNOS EN MARÍA

Y DE VER EL VALOR DE LA MUJER

María, única en su ser y austera siempre,

realiza de forma digna, engrandeciendo

el proyecto de amor divino, realzando

para toda la humanidad el gran tesoro

que es donarse y concederse el perdón.

Ella, que es la ejemplar entre todas ellas,

no excluye a ninguna e incluye a todas,

pues mirándonos en la Madre del Señor,

las mujeres podrán advertir su grandeza,

don y reflejo de la belleza más sublime.

En su corazón maduró el deseo nítido,

la reafirmación más sensible de entrega

y del olvido de sí misma por los demás,

lo que contribuyó a espigar la flor viva,

esa que se enternece y eterniza amando.  

III.- DE DESCUBRIRNOS EN JOSÉ

Y DE VER EL VALOR DEL HOMBRE

Se puso en camino cuando debía hacerlo, 

supo hacer silencio y oírse internamente,

entendió su misión de concebir familia,

vivió su paternidad como algo grandioso:

el esposo fiel de María y el padre de Jesús.

Se emocionó ante los avances de su Hijo,

sintió la ternura de padre y se conmovió,

removió una mirada leal y conciliadora,

ante todo hecho y por todos los humanos,  

mostrando siempre una cara de acogida.

Fue el progenitor del esfuerzo creativo,

humilde obrero que aseguró el sustento

para los suyos y para sí con sus sudores;

impulsando el recogimiento y la mística,

el respeto entre sí y la adhesión recíproca.

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