Como nosotros

Víctor Chi

Nacionalidad: México

Género: Microrelato

El “Tripas”, jalándole al “foquito”, me dice:

 A mí, me abandonó mi madre al nacer; Y mi papá, me “largo” con mis abuelos pá irse con otra señora.

Mis pobres abuelitos, que tampoco nunca me quisieron, me sacaban a pedir limosna en las calles para ayudarles con el gasto, esos pobres viejos, murieron cuando yo tenía tres años.

En ese entonces, me recogió una tía que, cuando fumaba marihuana me la soplaba en la cara, según ella, para que me mantuviera tranquilo, me diera sueño y dejara de chillar. Ahí comencé mis adicciones.

Cuando ella se fue pál norte, me dejo con un tío que, diariamente que se ponía “pedo”, me daba de su caguama y al verme ya borracho, me obligaba a “chupársela” para después abusar de mi…

Por eso, me escapé, a los seis años, de su casa, y me fui a vagabundear a las calles lavando vidrios, vendiendo chicles, huyendo de la tira, viviendo entre alcantarillas con otros compas.

En las calles, pá quitarme el hambre, le entré duro al “chemo” y a la “mona” y, así, crecí, entre la basura y la robadera.

Un día, viendo un documental en la pantalla de una tele en una mueblería, me entro la idea de jalarme pál norte, así que me trepe a un tren pensando que me llevaría a los “Unites”, pero ¡Pos nel! ¡Ya ve! ¡Lo agarre en la dirección equivocada!

Así acabé aquí, jodido, sin papeles, sin familiares ni amigos y pá acabarla, con una pata chueca que me quebré al aventarme de “La bestia”.

Muchas veces, mai, entre el “alucín”, le he preguntado a diosito ¿qué le hice para que me tratara tan mal? ¡Para no tener suerte! ¡Para merecer esta canija vida!

No tengo respuesta, no me contesta nunca nada y, aunque me encabrono, al final, lo disculpo y hasta lo compadezco…

Y es que, a veces, pienso que, Dios, también es un pobre huérfano, abandonado como perro y sin amigos, como yo…

¿O usted no cree, mai, que, Dios, es un malparido como nosotros?

Así dice el “Tripas”, mientras su mirada, como mi esperanza, se pierde en el horizonte nebuloso del efecto del “foco”…

A ELLOS SI

Hincado, a punto de mal dormir, una noche más, en la ciudad de la desesperanza, aquel niño de la calle, juntando sus manitas, pedía, fervorosamente, mirando al cielo:

Y deseo, diosito, ya no ser un niño. Yo, quiero despertar mañana y ser un perrito callejero, porque al menos, a ellos, la gente los mira con lastima, les dan de comer y los acarician, al menos, a ellos sí…

Y esperando con enorme fe que, Dios o el Diablo, le cumplieran aquel deseo, esperanzado, se acostó a dormir….

AL CABO QUE NI QUERÍAMOS

–  A mí ni me gusta el chocolate, dicen que es malo…

–  Si, a mí tampoco me gusta, dicen que engorda y saca granos…

–  Una niña se murió bien podrida por dentro de comer tantos chocolates de   esos caros…

– ¡Por eso mejor no comerlos! ¡Qué bueno que ni nos gustan!…

Así dijeron, desde su trono de banqueta. aquellos dos niños despeinados, sin zapatos, de pantalones raídos y rotos, mientras miraban como aquellos alumnos de colegio privado, el de mayor prestigio de la ciudad, degustaban un paquete de chocolates de “Los azulejos”, los más caros y sabrosos de todo México…

Por eso a mí, tampoco me gusta la carne, dicen, que es mala… 

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