Bruja

Aranzazu Figueroa Vargas

ara.figueroa88@gmail.com

Imágenes en movimiento veloz surcaban su mente. Recordaba algo parecido a una cabeza, hombros y parte de los brazos o el pecho pasando, corriendo, simbrando sus sentidos; permaneciendo en su memoria.

La plática con los suyos continuó sin mayor atención en los detalles oscuros. Sintió una frecuencia distinta, un clima denso y el recuerdo amorfo la atormentaba. En cámara lenta, casi sin moverse, sentía los latidos del corazón, fuertes… en la garganta, ni se diga en el estómago o el pecho, hasta en las piernas y las venas. Pum pum. Pum pum. Pum pum.

El viento meció los árboles, los platanares y levantó las hojas secas. La bruma de la noche entrante trajo vibraciones desconocidas. El sol se extinguió.

Respiró, intentó tranquilizarse, pero era demasiada claridad mental, todo le daba vueltas, era mucho para su entendimiento. El miedo la recorrió y se transmutaba, sus acompañantes lo absorvían, nerviosos. Se miraban sin hablar, la miraban sin saber.

Percibían algo extraño pero ignoraban lo que deambulaba a su alrededor.

La aprendiz no podía contener su vivencia, algo raro envolvió su esencia, todo su cuerpo. Sus ademanes no eran los mismos, miraba a todos lados y parecía tener el impulso de huir. ¿Pero a dónde? Ya no podía escapar.

Siempre quiso dominar la magia, conocer los poderes sobrenaturales y se descubrió temblando ante las manifestaciones que sus ruegos habían traído.

¡El gato! El gato lo sabía, él podía cruzar de un plano a otro y observar a los seres de ambas o polidimensiones. Y la miraba, fíjamente la miraba, la analizaba, la olía, la percibía. Su mirada felina atravesaba la suya.

Hasta ese momento la aprendiz dudó. Dudó de continuar por el camino de iluminación sin retorno. Dudó de subirse al peldaño y observar. Subirse a ese escalón que la pondría por encima de muchos a quienes conocía, dudó de querer saber y dominar los secretos del universo.

Lo dudó por el precio que tenía que pagar, por la ignorancia sublime que no volvería, dudó por la inocencia curiosa que ya no tendría…

Pero las respuestas estaban ahí, las manifestaciones la perseguían, los seres venían hacia ella, porque ella los llamó y acudieron. Así como por un momento quiso que se fueran y nunca más se fueron.

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